Prueba de la Suzuki GSR 600

La GSR 600 es la incorporación a la gama de motocicletas de Suzuki, basada en el concepto B-King, y la compañía tardó casi 10 años en decidirse a lanzarla, indica el concesionario de motos segunda mano Crestanevada.

Cuando te acercas, la GSR es imponente. Con su gran depósito, su asiento bicolor, su faro delantero abatible y sus macetas perfectamente combinadas con los faros traseros. Su parte trasera elevada le da un pequeño aspecto de MV Brutale.

Además, los intermitentes traseros (en el modelo probado se ha eliminado el guardabarros) son cónicos y se integran perfectamente en las líneas de la moto.

Dos pequeñas pegas, sin embargo, son los cables de los frenos que pasan por delante de los mandos (hay que hacer algo de gimnasia para ver bien) y los retrovisores que se parecen un poco al interior de un coche.

Una vez que te subes, te acostumbras muy rápido y te sientes a gusto enseguida. Los mandos son muy completos: cuentakilómetros parcial, indicador de combustible, indicadores de aceite, … Pero el pequeño extra que me encanta: un indicador de cambio de marcha.

Al arrancar, se oye el ruido de la inyección, pero sigue siendo un motor silencioso a bajas revoluciones (sólo a bajas revoluciones). 183 kilos de peso en seco para un cuatro cilindros de 98 caballos, nada más prometedor.

La posición más bien alta y el manillar recto dan rápidamente la sensación de dominar el tráfico. A la hora de atacar las curvas, se vuelve muy juguetón y te sorprende su estabilidad, incluso cuando se revoluciona, nunca se cala. Ya no tienes que pensar en las trayectorias. ¡Simplemente va!

Además, el motor es súper par, en ningún momento te arranca los brazos, no es ninguna sorpresa. El motor de la GSX-R ha sido bien suavizado. Sube rápido, muy rápido una vez que pasas las 8000 rpm. Se nota que hay gente que quiere salir.

Por otro lado, lamentamos que los frenos no tengan un poco más de mordiente (ese es el problema de los Suz’). Rápidamente te encuentras buscando los frenos a la entrada de una curva. Realmente hay que apretar todo para conseguir una buena frenada. La relación motor/freno sigue dejando que desear.

Uno tendería a sobreestimar su capacidad con una moto tan fácil de manejar. No es muy recomendable para un principiante. Se requiere un mínimo de experiencia para no dejarse llevar por el juego demasiado rápido y arriesgarse a ser derribado.